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María Julieta Romero Vega





Mi nombre es María Julieta Romero Vega, tengo 16 años y soy 
argentina.

 Soy extremadamente miedosa y opino que los que aman las películas de terror son masoquistas, porque no encuentro ninguna explicación coherente. No soy una persona que hable demasiado, aún cuando estoy rodeada de personas con las que tenga confianza. Por eso mismo, a los demás a veces les cuesta tener algún tipo de impresión (buena o mala) sobre mí. En un grupo de personas, no destaco como la que hace reír al resto o la que monopoliza la atención de todos contando anécdotas. Creo que mas allá de esto que es agradable hablar conmigo, o escuchar lo que tengo para decir. Desde chica que leo o pregunto sobre las dudas que me surgen, y como soy bastante memoriosa nunca tuve dificultad para acordarme de algunas cosas que los demás no recuerdan. Es un aspecto de mí que me gusta, porque me hace sentir útil esto de a veces poder responder a dudas que les surgen a otros. Igualmente, fuera de este sentido que de alguna manera le di al hecho de leer, la lectura es algo que me apasiona. Además de todas las ventajas que trae, que escuchamos todo el tiempo de parte de padres o profesores (que son reales, y las compruebo todos los días), verdaderamente me hace bien. Agradezco tener una familia que siempre me lo inculcó, desde el ejemplo y no a la fuerza, porque si no hubiera descubierto este “amor” por la literatura, definitivamente hubiera sido muchísimo menos feliz. 

Leo desde hace mucho, y con frecuencia pero creo que el verdadero “flechazo” que tuve con los libros fue cuando descubrí la saga Harry Potter. Me obsesioné con ella a los ocho años, y hoy ocho años después estoy aún peor. Amo esta historia. Puedo afirmar que J. K Rowling a través de estos siete libros influyó muchísimo en mi forma de ser actual. Parecerá un cliché, pero sueño con conocerla y poder decirle en persona lo mucho que le agradezco. Ahora mi, si quieren fanatismo, no sólo se aplica a ella y a sus libros si no a las películas, los actores y todo aquello que tenga algún tipo de relación (directa o no) con esta saga. Es lo único con lo que admito estar obsesionada, aunque varias veces fui acusada de ser “fan de todo”. Creo que esto se debe a que nada me gusta a medias, y cuando algo o alguien me interesa me informo sobre el tema y como ya dije, retengo lo que encuentro fácilmente. Además de que admiro casi todas las formas de talento. Para mí es inevitable llorar cuando veo a un artista sonriendo recibiendo una ovación a pie. Creo que una de mis frustraciones es saber que nunca voy a ocupar el lugar de ese artista, y por eso inconscientemente me emociono tanto.


De chica escribía novelas todo el tiempo, o intentaba hacerlo. Creo que al empezar a leer historias complejas con personajes tan bien desarrollados y finales imprevistos me convencí de que nunca podría llegar a igualarlas. Soy muy exigente conmigo misma y sufro mucho cuando siento que algo que salió de mi cabeza es en realidad mediocre y sin sentido. Por eso es que ahora me limito a escribir sobre temas en concreto, solo por el hecho de escribir, que es algo que disfruto mucho. Por este motivo, cuando reflexiono sobre mi futura carrera, trato de pensar en alguna que además de interesarme sea idónea para escribir acerca de ella. Sueño con algún día transmitir algo de lo que yo pude extraer de la lectura. Esa sensación de terminar un libro con los ojos llorosos y repitiendo internamente frases de él es única. Esa sensación de que tu vida va a cambiar porque leíste esa historia, aunque después siga igual que siempre, es inigualable. Y creo que si antes de morirme, aunque no lo logre a través la escritura y lo tenga que hacer mediante mis palabras, puedo hacer que una persona sienta eso, voy a sentirme completa. Mientras tanto, intento dar lo mejor de mí con las personas que tengo cerca. Soy algo insegura, por lo que no hay nada que me haga más feliz que alguien agradeciéndome un favor o simplemente señalándome alguna virtud. Aunque me cuesta ser expresiva, trato de hacer lo mismo con los demás. Puede parecer tonto necesitar de esto, pero creo que hasta los que parecen más seguros de sí no se dan cuenta de que lo que menos les gusta de ellos mismos, puede ser lo que otro más valora.

Quizás en algún momento deje de necesitar de la mirada del otro para estar conforme, pero por ahora esas palabras de agradecimiento o halago son la única manera que tengo de saber que hago algo bien. Por el momento, son una de las cosas que me hacen feliz.


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